Llega a las calles de nuestro país MAREA Popular. Una nueva fuerza
política que reivindica la pasión por la militancia y el compromiso por
cambiar las cosas de raíz. Que surge con el empuje de lo nuevo y el
ejemplo de nuestras mejores tradiciones de lucha.
Esta MAREA Popular nace como una apuesta y un llamado efectivo a la
unidad. Se forma tras la síntesis entre Juventud Rebelde, Corriente
Rebelión y Socialismo Libertario, tres organizaciones de la llamada
izquierda independiente que confluyen para dar un paso en la
articulación de las organizaciones populares, tantas veces proclamada
pero tan pocas veces practicada.
Somos parte de aquellos que intentan romper con las viejas prácticas
de la política mezquina y corrupta, apelando a la participación popular,
al debate colectivo y a las decisiones democráticas.
Somos parte de la juventud que se forjó en estos años de lucha en
Nuestra América al calor de los procesos populares de Venezuela y
Bolivia, y con la resistencia de la Revolución Cubana como faro heroico.
Somos parte de los miles de militantes que día tras día dejan todo en
la organización de los movimientos populares. En el movimiento
estudiantil, en los barrios, en centros culturales, en el movimiento de
mujeres, en el movimiento obrero, en las luchas por justicia ambiental,
en los medios de comunicación comunitarios y populares y en los
bachilleratos populares.
Somos parte de los que luchamos contra el conformismo y la obediencia
en todas sus variantes. Por eso decidimos dar un salto y animarnos a
darle forma a una nueva fuerza política que se propone aportar a
construir un nuevo proyecto de país con el horizonte puesto en la
soberanía popular, la igualdad y el protagonismo de las mayorías.
MAREA Popular es dinámica y es movimiento. Es audacia y convicción.
Llegó para crear, para conmover y superar viejos dogmatismos. Para unir y
amplificar esfuerzos. Llegó MAREA Popular y llegó para quedarse.
8N, 20N, 7D…
¿Y vos, de qué lado estás?
La proliferación de siglas, 8N, 20N, 7D entre las más significativas,
son la expresión palpable de las tensiones y enfrentamientos de la
actual coyuntura política. También, de una politización significativa de
la sociedad, algo que resulta importante de cara a una participación
protagónica del pueblo en la resolución de sus problemas.
“¿Vos de qué lado estás?” La interpelación aparece más temprano que
tarde en medio de cualquier discusión política: Cristina o Macri,
Gobierno u oposición, 7D u 8N, 678 o Clarín, son sólo algunos de los
esquemas binarios que marcan la cancha de la política argentina actual. A
partir de esta lectura se ordena la agenda de los grandes multimedios,
se definen “buenos” y “malos”, lealtades, alianzas y amistades. Los
hasta ayer “soldados” pueden convertirse en “traidores” con sólo
criticar una medida. Del otro lado, el opositor que apoye alguna
política oficial de inmediato es sospechoso de haber sido comprado por
el Gobierno.
Es evidente que el kirchnerismo ha hecho de la polarización un método de
construcción política y una herramienta para consolidar su poder,
saliendo airoso de los momentos más delicados. Sin embargo, es falso que
la “crispación” sea patrimonio oficialista. La oposición política y
otros factores de poder utilizan esta polarización simplificadora como
intento de dar forma y coherencia a lo que en realidad es un
conglomerado heterogéneo y hasta enfrentado, lleno de jefes sin tropa
propia y de reclamos de liderazgos, donde conviven derechas
tradicionales y supuestas “izquierdas”. El problema no reside en la
polarización en sí misma. No adherimos al discurso del periodismo y la
intelectualidad bien pensante y moderada que rechaza las confrontaciones
y repite hasta el cansancio palabras como “diálogo” y “consenso”. La
historia de nuestro pueblo nos muestra que los cambios suponen
conflicto, debate y polémica. El diálogo y la construcción de consensos
son necesarios, pero cuando estos no incorporan a los de abajo son sólo
excusa para mantener las cosas como están.
El problema entonces no es la polarización sino el carácter de la misma.
Para los que aspiramos a una real redistribución del ingreso, para los
que peleamos por una radical democratización del Estado que devuelva
poder al pueblo, para los que queremos recuperar los recursos
energéticos y naturales que siguen en manos de las multinacionales, para
los que queremos terminar con flagelos como la precarización laboral y
un sistema tributario regresivo, los caminos no pasan por pararse de un
lado u otro de esta polarización. Esto no significa que seamos
indiferentes frente a los debates y confrontaciones concretas que se dan
día a día.
El 8N miles de personas salieron a las calles del país.
La acción fue convocada desde los grande medios de comunicación
hegemónicos e incluso desde los partidos políticos de oposición. La
orientación que estos actores buscaron darle a la movilización fue
netamente reaccionaria. Algunos grupos económicos buscaron convertirla
en una concentración que apoye sus intereses y en ese marco aparecieron
actores paradigmáticos de lo peor del neoliberalismo y también consignas
de derecha. Nosotros y nosotras no estuvimos. Sin embargo, es indudable
que muchos argentinos y argentinas estuvieron allí con reclamos justos,
cansados de sentir que no se los escucha y expresando legítimamente su
bronca.
El 20N habrá otra protesta, pero de características muy
distintas. El Gobierno nacional enfrentará el primer paro general,
convocado por los sectores opositores de la CTA y la CGT. En este caso
irrumpirán en la escena los reclamos de los trabajadores y trabajadoras,
particularmente la elevación del mínimo no imponible de ganancias y la
derogación de la nueva ley de ARTs, junto con una variedad de reclamos
sectoriales. Esta vez MAREA Popular se encontrará en
las calles, por compartir la legitimidad de los reclamos y entender que
ningún avance para el pueblo vendrá de la mano de la obsecuencia y la
estigmatización de la movilización y la lucha de los trabajadores. Esto
no nos confunde respecto a la orientación y las prácticas de una parte
de los convocantes. Mucho menos en relación a los proyectos políticas de
gran parte de la oposición que busca capitalizar estas protestas hacia
un proyecto de país que traería más penurias para los trabajadores que
las propias medidas cuestionadas al kirchnerismo. Sin embargo, pensamos
que es en la calles donde debemos desarrollar una alternativa.
El 7D, por un último, se ha puesto como plazo para la
adecuación a la Ley de Medios por parte de los grupos económicos. Esta
batalla ha quedado sintetizada en el enfrentamiento entre el Gobierno y
el grupo Clarín. Los que hemos entendido a la nueva ley como un paso
adelante en relación a la normativa aprobada por la dictadura militar
por supuesto que rechazamos la pretensión de este (y cualquier) grupo
monopólico de negarse a cumplir con la misma. La des-inversión es una de
las medidas positivas de esta ley. Pero también debemos decir que en
estos tres años el Gobierno nacional y el AFSCA no han dado ningún paso
considerable en el fortalecimiento de los medios alternativos, populares
y comunitarios, únicos garantes de una real democratización de la
información.
Para los que aportamos al nacimiento de este nuevo proyecto político el
desafío es ir más allá de esta polarización, sabiendo qué se juega en
cada una de las confrontaciones, quiénes son los verdaderos enemigos y
con quiénes es posible avanzar en la construcción de una alternativa de
los de abajo. Los que soñamos con una izquierda nueva y potente, los que
lanzamos hoy MAREA Popular apostamos todo a la
construcción de una agenda popular y emancipatoria, que defienda las
conquistas que el pueblo ha logrado en estos años contra cualquier
vuelta al pasado, pero que se proponga también la superación del actual
proyecto kirchnerista. Vamos por soberanía popular y cambio social,
vamos por una Argentina igualitaria, democrática y emancipada.